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¿ OTRA HUMANIDAD MÁS EQUITATIVA ES POSIBLE ?

¿El linaje humano tiene posibilidades de continuar habitando la Tierra en paz junto a sus semejantes específicos

y al resto de seres vivos con los que comparte el planeta?…

 La respuesta hipotética del no supondría aceptar que el fenómeno de la evolución natural del mundo continuará sin el linaje humano y que el fin prematuro de nuestra especie se halla cerca. Por otro lado, las suposiciones del sí temporal y sostenible son poco esperanzadoras, pues los humanos de los últimos siglos y décadas estamos dejando a las generaciones inmediatas una hipoteca de alto riesgo sobre nuestra casa en el universo. En consecuencia, los desafíos de la permanencia de la especie humana y de la continuidad del fenómeno de la vida en el planeta son hechos reales muy preocupantes. Las causas de esta situación al límite de una contaminación ambiental desencadenante de un cambio climático catastrófico y del agotamiento de los recursos naturales, junto al posible estallido de guerras feroces, más o menos generalizadas son hechos históricos ciertos, por desgracia, acelerados y regresivos de consecuencias imprevisibles.  Tomar conciencia de la situación de emergencia cruda e inminente es prioritario para ganar tiempo, poner soluciones realistas y eficaces que atajen las raíces del problema con coraje y responsabilidad, sin más dilaciones.

El escenario actual del pensamiento complejo científico y del progreso tecnológico de la humanidad  comenzó a gestarse con la revolución sociocultural del Renacimiento occidental con el cambio de paradigma astronómico de Copérnico, Galileo, Kepler, Newton… Continuó con la Ilustración filosófica naturalista occidental y el progreso de las ideas liberales y burguesas de la industrialización en la etapa histórica moderna y tecnológica contemporánea. Gracias a los descubrimientos científicos y a los adelantos tecnológicos espectaculares, aplicados a la economía industrial y a la tecnología telemática de la información de las últimas décadas, se han conseguido progresos en los sistemas socioeconómicos y políticos  de las clases financieras endiosadas y de medias aburguesadas, pero no en el tejido social asalariado de las clases humildes, que cada vez se hallan más fuera del sistema socioeconómico y cultural, tanto en las potencias occidentales decadentes como en las orientales emergentes…

Por tanto, al tiempo que se han logrado hitos sociales de bienestar y avances culturales democráticos importantes e interesantes, en algunos áreas sociales y países, han ido surgiendo nuevos retos y desafíos globales. La clase burguesa conservadora tradicional y capitalista se alió con los poderes fácticos del oscuro milenio religioso medieval… Y, como reacción, floreció una clase obrera consciente de sus derechos y otra de profesiones liberales más ilustrada, igualitaria y abierta a los gremios artesanales medievales. Corrientes ideológicas antagónicas en el ideario político, cultural, religioso y socioeconómico, desembocaron a finales del siglo XIX y comienzos del XX, en versiones socioeconómicas y políticas como el capitalismo liberal en occidente, que traiciona sus propios valores; el comunismo marxista, que prioriza el poder de un estado totalitario por encima de la libertad y derechos de las personas ;  el inmovilismo  islamista del mundo árabe que, tras su momento brillante en su época medieval, ha quedado bloqueado en su evolución histórica y se ha atrincherado en luchas internas de corrientes religiosas, enfrentadas entre sí en guerras fratricidas, y refractario a los valores democráticos y a los avances del conocimiento científico…

Los resultados históricos han sido dos guerras mundiales en el siglo XX y la situación en que nos encontramos en las primeras décadas del siglo XXI con sistemas socioeconómicos y culturales altamente masificados y polarizados de sociedades autodenominadas democráticas, pero sometidas a poderes oligárquicos socioeconómicos y financieros, religiosos y políticos que mantienen una guerra fría larvada por ellos mismos manipulada… y hasta controlada. El panorama es todavía más deplorable en las sociedades emergentes y deprimidas, más polarizadas si cabe y con regímenes políticos totalitarios radicalizados de los países más pobres o en vías de desarrollo socioeconómico y democrático. Así las cosas, los sistemas antrópicos entre biológicos animales {y/o} humanos socioculturales  tienen muy difícil pasar el filtro del salto evolutivo del presente si no evolucionamos hacia sistemas sociales más equilibrados, estables y sostenibles frente al proceso de la selección natural…

Opinamos que el principio de toda actuación, aparte de cualesquiera otras acciones responsables que hayan de tomarse, pasa por una premisa previamente esencial e ineludible: un compromiso urgente y al máximo nivel mundial posible de consenso para alcanzar una sociedad más justa, culta y dignamente abastecida en las necesidades básicas de supervivencia de la gente desamparada, superando la situación actual en que se halla formando bolsas masivas de injusticia, ignorancia y pobreza de la clases populares más deprimidas… En caso contrario, no habrá garantía para un futuro en paz estable y con sostenibilidad para una sociedad que no respeta, mínimamente, la dignidad de las personas ni garantiza la equivalencia de obligaciones y derechos cívicos mínimos entre las diferentes clases sociales de la comunidad humana.

Sólo elevando la equidad socioeconómica, la calidad cultural sistémica y la ética de la ciudadanía, con mucha mayor exigencia para quienes tienen responsabilidades institucionales, económicas y políticas de la cosa pública o bienes comunes de todos. Solamente así podrá hacerse la presión ciudadana de manera contundente y efectiva, para tener unos responsables familiares y sociales, políticos y religiosos, económicos y empresariales con la dignidad humana suficiente de equilibrar las desigualdades entre las personas y los pueblos sumidos en la exclusión social, la ignorancia cultural y la pobreza al límite de la subsistencia… La esperanza para avanzar hacia un nuevo resurgimiento emergente sociocultural digno y solidario entre las personas y los pueblos o civilizaciones pasa por elevar la cultura humana reflexiva y la sensibilidad social equitativa del patrimonio comunitario de la naturaleza, monumental histórico y económico tributario … y equilibrado entre la justicia social {y/o} la caridad sentimental.

Los esfuerzos por el cambio de excelencia cultural deberían centrarse en las edades más tempranas y sensibles, delicadas y plásticas, neurológica y psicológica-mente. En consecuencia, el terreno a abonar y preparar para lograr este objetivo esencial de equilibrio humano responsable de las personas es proteger el ámbito familiar y el educativo de las etapas infantil y adolescente. En paralelo, resulta prioritario conseguir educar y formar personas con características animales instintivas sociales {y/o} humanas culturales emocionales bien integradas y equilibradas, sanas y responsables. Contamos a nuestro favor con los conocimientos científicos teóricos y los poderes tecnológicos y económicos alcanzados, por primera vez en la historia, para acabar con la ignorancia, el hambre, la miseria y algunas enfermedades. Pero también para autodestruirnos con un progreso descontrolado y alienante de las personas y expoliador de los recursos naturales, cuando no para invertir en industrias de armas de destrucción masiva con la finalidad de matar al diferente, como enemigo a eliminar.

El futuro de la historia de la humanidad en la Tierra se enfrenta a unos retos de cambios sistémicos: sociales, culturales, tecnológicos y económicos globales en unas circunstancias sin precedentes. Las nuevas generaciones de ciudadanos tendrán que adaptarse a las nuevas circunstancias, si quieren sobrevivir como individuos y permanecer en el tiempo como especie sapiens, o bien, otra la superará y reemplazará siguiendo la historia implacable de la evolución natural controlada por el filtro de la selección natural mucho antes de lo previsto por las fuerzas y leyes naturales. Nos jugamos el provenir y nos queda poco tiempo para que el proceso de deterioro ambiental ecológico y sociocultural humano sean irreversibles, o bien tremendamente dolorosos y traumáticos de reconducir, si perdemos el control por falta de la consiguiente calidad social y cultural de las personas.

Hablar en estos términos no es caer en catastrofismos apocalípticos ignorantes, ni resucitar miedos ancestrales. Los hechos son los que son y no los que nos gustaría que fuesen. James Lovelock físico y meteorólogo ambiental, escritor e investigador de la NASA es uno de los padres del pensamiento sistémico planetario conocido como “hipótesis Gaia”, en recuerdo de la diosa Tierra de los filósofos naturalistas griegos y la madre Tierra para los chamanes orientales… Pues bien, este físico meteorólogo y ensayista científico, era un ardiente ecologista antinuclear en la década de los años sesenta del siglo pasado. Ahora a sus 90 y tantos años reflexiona así: “Estamos en un jumbo y necesitamos gasolina para no caernos… Pienso, desde un punto de vista práctico, que lo mejor es perderle el miedo a la energía nuclear… Será necesario impregnarse de un nuevo espíritu [humano sistémico]… Si la gente llegara a pensar en la Tierra como en su hogar en peligro, tal vez se comportaría con más sensatez”.

También Nicholas Stern economista, académico británico, autor del Informe Stern por encargo del gobierno británico de Toni Blair, en 2005, defendía ya una economía respetuosa y sometida a las leyes de la naturaleza para prevenir el recalentamiento del planeta con el cambio climático brutal que vaticinaba de inminente en una entrevista en junio del 2011: “Tenemos 10 o 15 años para reaccionar, en caso contrario, el futuro no será para nada muy halagüeño”, y lo que es peor irreversible. Urge un compromiso mayoritario de cambio en la información, en el pensamiento, en la concepción del mundo y en el estilo de vida. No podemos olvidar que para que cambien las conductas de la  gente debe cambiar la ecocultura científico sistémica de unos ciudadanos dignos herederos de un planeta único y maravilloso.

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